El pasado miércoles se celebró el 209 aniversario del nacimiento de Críspulo Restituto Martínez Segura --Críspulo Martínez--, acontecido el 10 de junio de 1800. Este dinámico y emprendedor portuense figura citado en el imaginario Libro de Honor de historia local por haber conseguido hacer realidad un viejo sueño de nuestros abuelos: un espacio escénico multiuso, un teatro de estilo italiano, de los llamados de herradura, con un aforo de mil quinientas personas. Para distinguirlo de los otros existentes, más modestos y antiguos, se le bautizó como “Teatro Principal”. Desde mediado el siglo XIX hasta casi el último tercio del XX seis generaciones de nuestros paisanos, “Gente de El Puerto”, disfrutaron de sus espectáculos. Ya conocen como acabó: hecho cenizas. Afortunadamente, ocupa su espacio cultural, en otra ubicación, con el estilo y uso que marcan los tiempos actuales un nuevo teatro al que han dado, acertadamente en mi opinión, el nombre del popular comediógrafo local: Pedro Muñoz Seca. Para conocer en profundidad sus antecedentes familiares, pueden hacer click aquí con el ratón, o ir directamente a los comentarios de esta nótula.
Los fundadores de esta saga familiar portuense de los Martínez, algunos de cuyos descendientes directos, correspondiente a la cuarta, quinta y sexta generación continúan residiendo en El Puerto de Santa María doscientos y pico años después, (Galarza, Álvarez Campana, García Valdeavellano, Govantes y Pico), fueron el matrimonio formado por el riojano Juan Antonio Martínez Guas y la madrileña Eusebia Segura España. Se habrían casado en Cádiz en fecha que no hemos podido determinar, estando residiendo en El Puerto con anterioridad a 1789, año en el que figura inscrito en el Censo de frutos civiles y manufacturas de la localidad como propietario de una tenería o fábrica de curtido, nombrada “Nuestra Señora de los Dolores”, situada en la calle Pozos Dulces, cercana a la ribera del Guadalete, aproximadamente a la altura del espacio que ahora ocupa el aparcamiento frente a la iglesia conventual del Espíritu Santo.
Cuando nació nuestro personaje, sexto hijo del matrimonio, habían traspasado el negocio de tenería, manteniendo una participación en el mismo. La madre había recibido una suculenta herencia al fallecer su padre, miembro destacado de la burguesía comercial madrileña, adquiriendo la casa palacio de calle Sardinería 3 –actual Javier de Burgos- en la que se instaló toda la familia hasta que se mudaron a Larga 119 antiguo, que correspondería al 68 actual en el primer tercio del s. XIX. Así pues, en los primeros años del siglo citado, encontramos a don Juan Antonio convertido en rentista, especulando en diversos campos de los negocios y... metido en política, ocupando el cargo de Regidor interino en el consistorio municipal. Su familia, de la que apenas hemos dado algunos datos genéricos se había visto incrementada con dos nuevos hijos: Críspulo Restituto, que nació el 10 de junio de 1800 y Rafael José, en benjamín familiar, que vino al mundo el 24 de octubre de 1801. Los otros, nacidos todos ellos en el siglo XVIII, fueron, de mayor a menor, Manuel, Vicente, Celestina, Maria de los Dolores, José, Miguel y Juan Manuel. Tres de los citados fallecieron en plena juventud, en estado de soltería todos ellos. José, falleció cuando la familia vivía aún en la casa de calle Sardinería de la que se mudaron cuando abandonaron las tropas francesas la ciudad, siguiéndole Maria Dolores en 1813 y, finalmente Vicente, en 1817. (En la imagen, fachada de la casa de Sardinería, 3, recientemente restaurada. Foto AGR).
CUMPLEAÑOS CON EL SIGLO.
Críspulo Martínez cumplía año con el siglo. Singular personaje de una época en que todo en nuestra ciudad giraba en torno al negocio del vino, en el que no tenemos constancia participara. Extrovertido, emprendedor, imaginativo, oportunista… tocó casi todos los palos del mundo de los negocios para los que tenía un don especial y un atrevimiento inusual, amén de una amplia experiencia de los años que pasó en Cuba.
En 1829 contrajo matrimonio con Elena Picard Golf, unión que duró treinta años, hasta el fallecimiento de la citada, ocurrido el 5 de mayo de 1859, cuando estaba enfrascada en los preparativos de la boda de su hija mayor. Tuvieron cuatro hijos: Julia, Guillermo, Elena y Juan Antonio Martínez Picard, permaneciendo don Críspulo viudo hasta su fallecimiento. La hija mayor, Julia Martínez Picard, a pesar de la tragedia familiar, se casó en la fecha que tenía prevista, el día 15 de mayo, sin celebración lógicamente, con Enrique Carrera Ravina. Falleció Julia en 1888, sin descendientes, heredando los hijos de su hermano Juan Antonio. Entre los bienes, destacaba una extensa biblioteca, en la que figuraban los libros mas populares y leídos de su época y una hacienda de viñas con caserío y frutos nombrada “La Julia” situada en el camino viejo de Rota, finca que aún conserva este nombre. Su hermana Elena, se había adelantado a la primogénita contrayendo matrimonio unos años antes, en 1855, con un joven sanluqueño: Manuel Rodríguez Roldán. Tuvieron tres hijos: Elena, Luisa y Enrique Rodríguez Martínez. El hijo menor de Críspulo fue el más prolífico. Los descendientes de Juan Antonio Martínez, muchos de los cuales viven integrados en la sociedad portuense actual, entroncaron con otras familias estimadas en la localidad, multiplicándose ampliamente.
Y el otro varón, Guillermo, acompañó desde muy joven a su padre en lo que podemos considerar su etapa cubana de negocios, amplio periodo de tiempo del que apenas tenemos información, nunca volvió a El Puerto, avecindándose de forma definitiva en la capital cubana, sin que tengamos otras noticias de él aparte de su emigración voluntaria y de los poderes que dio a su hermano Juan Antonio para representarlo en el reparto testamentario de su padre.
DON CRÍSPULO, HOMBRE DE NEGOCIOS.
Buena parte de los negocios de don Críspulo, al menos los que hemos podido conocer, estaban basados en la especulación pura y dura. La venta de numerosos bienes clericales, consecuencia de las decisiones de los políticos de la época (las desamortizaciones), interpretando el malestar social existente al respecto, sería terreno abonado en el que se movió con diligencia y gran “vista comercial” nuestro personaje que compraba y revendía obteniendo beneficios, supuestamente, al mismo tiempo que mejoraba su solvencia personal con todos estos movimientos de capitales, que casi cuenta eran propios, curiosamente, obtenido mediante prestamos que pagaba fraccionado con pagarés o créditos hipotecarios sobre los inmuebles y propiedades que adquiría. La compraventa de casas, accesorias y solares sin edificar fueron una constante en la activa vida de don Críspulo. Realizaba obras de mejoras, segregaciones, permutas, intercambios y toda suerte de trapicheos conducentes a rentabilizar lo adquirido de tal suerte que, a la hora de volverlo a vender, se obtuviesen los mayores beneficios. En los expedientes de licencia de obras de estas décadas intermedias del siglo XIX pueden comprobarse algunas de las acciones citadas, referidas a casas en calle Santa María, Ganado, Luna, Nevería o Aurora.
La Casa de la Torre, vista desde el crucero de las calles Luna con Larga. A la izquierda está hoy la tienda de Talgo. A la derecha, en el edificio desaparecido, la sucursasl de un banco de las Vascongadas. (Foto Colección Antonio Leveque).
LA CASA DE LA TORRE.
Las dos adquisiciones mas notables en lo que a inmuebles se refiere fueron: la casa nº 7 de calle Nevería, llamada “de la Torre”, que estaba apreciada en más de trescientos mil reales, adquirida al Estado en 1860. Esta casa formaba parte del complejo construido por los jesuitas para hospicio, centro de enseñanza y alojamiento de los numerosos miembros de su comunidad, que ocupaba parte de la manzana entre Nevería y San Bartolomé, de esquina a esquina, siendo la torre, inconclusa como el resto del edificio que no llegó a finalizarse al producirse la expulsión de la Orden, el campanario de la iglesia. Críspulo Martínez intentó conseguir permiso para derribar la torre no sabemos con que objeto, posiblemente para obtener una mejor distribución de las estancias o habitaciones para su alquiler.
A título de curiosidad informamos que esta torre, debido a su altura, fue utilizada durante la Guerra Civil como lugar de vigía, instalándose en la plataforma superior o azotea, los dispositivos de alarma antiaérea para avisar a la población civil en el supuesto de amenazas de bombardeos.
La Plaza del Carmen a finales del siglo XIX. A la izquierda la Casa de la Aduana, al fondo, el Castillo de San Marcos, en segundo término una nave auxiliar para la industria de la pesca y delante muelle embarcadero; a la derecha al fondo el que sería Colegio de la Pescadería y el Palacio de Aranibar. (Foto: Centro Municipal de Patrimonio Histórico).
La Casa de la Aduana en el año 2002. Ha desaparecido la espadaña que coronaba la linterna del edificio. Donde estaba la Casa del Carmen, los edificios de viviendas y la desaparecida Cofradía de Pescadores. (Foto Mata).
CASA DE LA ADUANA.
La otra adquisición importante fue la “Casa de la Aduana” llamada así por haber tenido esta utilidad durante muchos años, aunque realmente fuese construido este bello edificio por el Estado como Real Fábrica de Arguardientes y Licores, cuando ostentaba el monopolio de producción de esta modalidad alcohólica. El frente principal del edificio que en la actualidad está reconvertido en sus pisos altos en un establecimiento de hospedaje, con otros negocios de hostelería en su planta baja, ocupa toda la extensión de la calle Maestro Veneroni, dedicada a uno de los insignes músicos que dirigieron la Banda Municipal. Mediado el siglo la fachada se abría a una plaza entonces denominada de la Pescadería y antes llamada de la Herrería.
Interior de la Casa de la Aduana. Escaleras de acceso al establecimiento de hospedaje situado en la actualidad en los pisos superiores del edificio. (Foto AGR).
Ocupaba una superficie de 3.294 metros cuadrados, siendo escriturada a su nombre en1862, adquiriéndola en poco más de 300.000 reales mas intereses, fraccionando el pago en pagarés de vencimiento anual por importe de 20.413 reales cada uno. A este emblemático edificio portuense, en el que se instaló, añadió los solares y cobertizos existentes a espaldas del mismo, entre este y la casa de las Cadenas, labrando en parte de ellos tres naves de bodegas. Estos terrenos los adquirió a Enrique Carrera Ravina ese mismo año, con meses de diferencia. Todos ellos, así como la Casa de las Cadenas que en esa fecha pertenecía al conocido armador Andrés Sabonés formaron parte del patrimonio de los herederos de la familia Vizarrón, perteneciendo hasta pocos años antes al Marqués de Perales que había vendido a censo a los mencionados Carrera y Sabonés. Concretamente el censo con que figuraban gravados los terrenos adquiridos por don Críspulo ascendía a la nada despreciable cantidad de 66.666 Reales.
SEGURO MILITAR
Uno de sus negocios de juventud lo realizó en sociedad con su madre y sus hermanos Manuel y Rafael. Todos ellos crearon una especie de compañía aseguradora que garantizaba a sus asociados o en su caso, a los hijos de estos, mediante el pago de una modesta cuota, liberarles del servicio militar en el caso de entrar en el cupo que cada año se sorteaba, bien mediante el pago del importe del rescate al uso en los soldados por sorteo o, incluso, “poniendo sustitutos a los individuos que se inscriban y les toque la suerte de soldados.” Para garantizar el cumplimiento de este compromiso y obtener la licencia municipal la familia Martínez Segura hipotecó la casa de Sardinería, 3, hipoteca que perduró casi cincuenta años. (Continuará).
(Textos: Antonio Gutiérrez Ruiz.)
Del trabajo inédito: PERSONAJES PORTUENSES DEL SIGLO XIX.
Elena, hija de Críspulo, no se caso con José Antonio Barreda Ortiz de Zarate? Según biografía de Jose Maria García de Paredes así parece que fué.
Distinguido señor Antonio Gutiérrez Ruiz:
He leído con verdadero gusto todas las referencias de la familia Martínez Segura. Un trabajo de investigación admirable que nos lleva de la mano por muchos acontecimientos de la historia del Puerto de Santa María. Sabiendo de su gentileza me permito pedirle si podría obtener el nombre de la esposa de don Rafael Martínez Segura, hermano de don Críspulo Restituto Martínez Segura.
Con la gratitud de siempre.
Hola José Maria:
En primer lugar decirte que me parece una maravillosa idea este blog del que soy asidua visitante.
El motivo principal de esta nota es comunicarte que este año me estreno como maestra del Centro de Adultos "La arboleda Perdida" y tengo a mi cargo un grupo de "Patrimonio" con el que he iniciado una proyecto de estudio de las calles más representativas de nuestra ciudad, el cual está funcionando muy bien y creo que estamos haciendo un buen trabajo.
He creado un blog (unamiradaalpuerto.blogspot.com) donde puedes ver los dos documentos que, hasta ahora, hemos elaborado.
Quiero que sepas que tu blog está siendo utilizado como fuente de información e imágenes de forma muy intensa por el grupo, pues no hemos encontrado otra fuente más rica de documentación y detalles que esta.
Me gustaría conocer tu opinión sobre este tema y, sobre todo, contar con tu permiso para poder continuar usando la información que recoges en tu blog.
Muchísimas gracias por tu trabajo.
Un saludo afectuoso
Lucía Blandino Sánchez
En la Casa de la Torre en el bajo izquierda vivio durante mas de cincuenta años la familia Cruz Velez mis suegros.Alli nacieron cinco de los seis hijos del matrimonio y casi nacen tres de sus nietos .En esta casa tan bonita y señorial este matrimonio iniciaban su vida encomun con las dificultades propias de la epoca pero con todo el amor y la ilusion del mundo,.Muy buenas personas honradas y trabajadorasy unos padres magnificos.En ese patio en aquel tiempo bastante mas grande que en el actual jugaban los hermanos Cruz Velez uno ha hacer de cura ,otro con petardos y gregorio al toro sin saber que años despues haria de su juego su profecion y su vida de esa casa salia gregorio con las ilusiones puestas en llegar a ser torero ,dificil empresa para un chabal tan joven sin recursos ,pero con la pasion y el alma de hombre y torero de ley ,esa hombria y esa pasion son su estandarte y su vida, siempre torero.
Antonio: como siempre felicitarte por tus informaciones sobre gente del Puerto.... y ansiosa de leer tu próxima entrega.
Pues, nada, nada sigan buscando que, el que busca y rebusca, siempre encuentra. E incluso pueden tener la suerte de toparse con algún particular que les ofrezca información de primera mano. !Suerte!
Para Menestea:
Ya se por lo leído que Ignacio era hermano de los Martínez Segura pero no decía de cual. Yo por lo que estaba mas interesado era por los 2º apellidos de los Martínez de Pinillo, ya que yo he encontrado un Sebastian Martinez de Pinillo Saenz o Saenz de Hermua, que era hijo de Antonio Martínez de Pinillo Marín y de M. Francisca Saenz o Saenz de Hermua Velasco, que tuvieran nada más que doce hijos, a saber: Miguel, Tomasa, Juana Antonia, María Ramos, Angela, Francisco, Manuel Andrés, José, Ramón, Pablo, Sebastian y Florencia. El orden no significa que sea por edades, ya que hasta la fechas se están investigando las de los nacimientos. Del único que tengo certeza es de Miguel que nació en 1806 y murió en 1874. De este partío la saga de los Martínez de Pinillo que tuvieron la Naviera Pinillo, la cual al morir Antonio Martínez de Pinillo Izquierdo, que fue el fundador de la razón social "Pinillos, Izquierdo y Cía.", pasó a pertenecer a Miguel Martinez de Pinillo Saenz y posterior a la muerte de éste la heredó su hija Carmen Martínez de Pinillo Toro, fallecida el 17 de Marzo de 2005, ya que su hermano Antonio falleció muy joven. Y la Naviera Pinillo se vendió en la década de los 60 del siglo pasado. Si hay alguien que pueda dar más información sobre los Martinez de Pinillo le quedría muy agradecido.
Para Antonio:
Gracias Antonio, voy a ver si encuentro el que el otro día te comenté de los Tosar y te lo enviaré por email ya que no se como colocarlo aquí
Estimado Vicente: Ignacio Martinez Guas era hermano del padre de Críspulo. No conozco el segundo apellido de su esposa pero espero poder averiguarlo. Ten presente que estos textos y, en consecuencia, la investigación de todo el tema referente a la casa de Sardinería, donde vivía Perez Flor, la hice y terminé en noviembre de 2004. Solamente he adaptado lo que tenía escrito.
En relación con tu anterior correo, sobre los Tosar, yo tampoco encuentro nada de ese apellido. Si he localizado los escudos de armas de los dos apellidos de la mujer de Adolfo Tosar: Zurutuza y Fesser que te adjunto y que no parece tengan nada que ver con el que figura en la etiqueta de sus productos. Siento no poder aclararte nada más. Saludos, Antonio.
Respuesta a Puertomenesteo:
Igancio era hermano de Juan Antonio Martínez, como bien pone en el segundo párrafo del primer comentario: "Aunque exponemos nuestras dudas sobre la condición de socio o asalariado de su hermano (Ignacio) sabemos con certeza que vivía en su mismo domicilio, con su familia (familia de su hermano Juan A. Martinez)"
Su hermano Ignacio contrajo matrimonio, abandonando la residencia familiar." ¿De quien era hermano Ignacio? ¿Sabrías el 2º apellido de Joaquina Martínez de Pinillos? ¿Sebastián Martínez de Pinillo se llamaba de 2º apellido Sáez o Sáez de Hermua?
Los padres de de los fundadores de esta saga portuense, es decir de Juan A. Martínez, Manuel Martínez y Manuela Guas, eran naturales y vecinos de la villa de Munilla, en la que él nació. Este pueblecito riojano distante 68 kilómetros de Logroño y cercano a la línea limítrofe con la provincia de Soria está situado en pleno valle del río Cidacos, cercano a los yacimientos de “Peñaportillo” y “La Canal” donde se conservan huellas fósiles de dinosaurios herbívoros. Su mujer había nacido en la villa y corte de Madrid en el año de 1768, donde sus padres regentaban un negocio. Su progenitor, Gabriel de Segura, aunque avecindado en la capital donde ejercía el comercio era también riojano de nacimiento, teniendo su cuna en una bella villa de la provincia de Logroño: Torrecilla, perteneciente al obispado de Calahorra, edificada sobre la falla de los Montes del Serradero y atravesada por el río Iregua. Y su madre, aragonesa, nacida en la capital zaragozana, llamada Ana Isabel España. Al finalizar el siglo XVIII habían fallecido sus respectivos progenitores a excepción de la madre de Juan A. Martínez, que residía en Munilla.
Volviendo a la época de establecimiento en la ciudad de los Martínez Segura, que tenemos fijada en la última década del XVIII, tenemos dudas sobre si era el único propietario de la fábrica de curtidos o, por el contrario, compartía la propiedad con su hermano Ignacio. Es bastante probable que la fábrica fuese montada con el capital correspondiente a las legítimas paternas de ambos hermanos o, tal vez, con la dote nupcial una sociedad privada, en este caso familiar, saciedad que sería la propietaria de la tenería dirigida o gerenciada por él. Aunque exponemos nuestras dudas sobre la condición de socio o asalariado de su hermano Ignacio sabemos con certeza que vivía en su mismo domicilio, con su familia y le ayudaba en la fábrica. Empleaba entre seis y once operarios, según las épocas.
En el negocio del curtido existía bastante competencia en esa última década del XIX en El Puerto, coexistiendo al menos ocho tenerías, regentadas en su gran mayoría por personas de procedencia francesa. Según el profesor Iglesias Rodríguez, entre 1780 y 1790, funcionaban en nuestra ciudad las fábricas de: José Fiol, de Maria Teresa Lafargue, de Maria Agustina Fuentes, de Clemente Sola, de José Stassart, de Juan María de Valenzuela, de Francisco Moreno y la de Juan Antonio Martínez, así como una fábrica de sombreros, propiedad de Juan Ignacio Deuz, dirigida por Pedro Laforest con mas cuarenta operarios, en la que también realizaban determinadas labores de curtido Podemos considerar la fábrica de la familia Martínez como la tercera en importancia. Trabajaban toda clase de pieles vacunas, pieles de cabra, realizando hasta dos millares de cordobanes al año y también de carnero u oveja para la fabricación de badanas, garcelas y baldreses, empleando para ello materia prima procedente de los mataderos. El mercado de este negocio, inicialmente, se limitaba a la propia plaza de El Puerto y algunas poblaciones limítrofes, Cádiz y Sevilla. Años después la producción se distribuía también en otras provincias andaluzas y ocasionalmente, Barcelona, ciudad a la que en 1794 se envió un millar de pieles de becerro curtidas a la inglesa.
No hemos podido encontrar documentación que nos confirme el traspaso de la tenería, o quizás su retirada laboral en los últimos años del XVIII, tal vez mermado físicamente, quedando como socio y accionista de la misma tan solo, sin actividad laboral, deducción a la que llegamos viendo el contenido de los bienes que posee el matrimonio, citados en el Poder para testar reciproco que se dan ambos cónyuges en el año 1800, en el que indican poseer “una participación de Vales Reales en la fábrica de curtidos situada en la ribera del río, en la calle de los Pozos Dulces.” El Banco Nacional de San Carlos, fundado en 1782 por Carlos III, predecesor del Banco de España, en coordinación con la Real Hacienda emitió una nueva forma de deuda pública, los llamados “Vales Reales” que proporcionaban un interés del 4 %. Se consideraba equiparable al papel moneda y gozaba de bonificaciones en el pago de impuestos. El antiguo nombre de la calle donde tenía su fábrica la familia Martínez Segura, que aún perdura, es bastante gráfico. En los alrededores del convento del Espíritu Santo, calle del mismo nombre, de la Victoria, de la Plata y Pozos Dulces están localizadas todas las fábricas de curtidos. El motivo de ello era la necesidad de agua dulce abundante en una de las fases del proceso del curtido donde las pieles eran puestas en remojo en unas balsas de agua llamadas “noquetas” de las cuales –lo indicamos a título de ejemplo- habían seis en las instalaciones de Juan A. Martínez. Los veneros y torrenteras subterráneas de agua, procedentes de la zona más alta de la ciudad, convergían especialmente en este tramo urbano antes de fundirse en las marismas ribereñas del Guadalete con el caudal del río. La falta de un bien tan escaso y costoso en aquellos años hubiera hecho imposible la proliferación de esta industria que ocupaban a un centenar de familias.
Otro de los motivos que podemos presuponer como causa de este cambio en cierto modo radical en la vida de la familia, una familia que al finalizar el siglo contaba con una respetable prole que mantener, pues en esa fecha el matrimonio criaba siete hijos, es la importante herencia paterna de doña Eusebia Segura, su legítima paterna que posteriormente se considerarían bienes dotales. Entre otros bienes y mercancías, destacaríamos acciones de la Compañía de los Cinco Gremios, fundada en la época de decadencia de la Mesta para monopolizar el mercado de la lana. Fue utilizada especialmente por los comerciantes hidalgos del norte, los cuales desarrollaron a través de ella sus actividades. En 1791 tenía su sede social en un espléndido edificio de la calle Atocha, construido con tal fin, siendo eje y centro de los negocios de la burguesía madrileña, protagonista económico principal en la segunda mitad del siglo XVIII. Formaron parte de la herencia numerosos géneros de la tienda madrileña de don Gabriel de Segura, alhajas, ropas de uso y tejidos confeccionados en la prestigiosa Real Fábrica de Santa Bárbara, situada en Ezcaray (La Rioja) que almacenó en los bajos de su casa de Sardinería 3, vendiendolos al detall. El Sr. Segura, al parecer, era un miembro destacado de la burguesía comercial madrileña de la época, bien definida por Luis Enrique Otero en su obra “La economía de la capital y la economía de la ciudad:?“Floreció al amparo de la economía de la ciudad. Fueron de aquellos comerciantes cuyo radio de acción se situó en el comercio, la manufactura de bienes de consumo, el abastecimiento de la ciudad o la participación subsidiaria en operaciones inmobiliarias… servían de gozne entre el mercado nacional y mundial y el mercado local… ocupaban las calles mas selectas, con unos patrimonios que oscilaban entre los doscientos mil y el millón de reales y su clientela reposaba en el consumo de la elite social y económica integrada en la economía de la capital”.
En estos años hubo otros cambios en la familia. Su hermano Ignacio contrajo matrimonio, abandonando la residencia familiar. Pensamos que el enlace de su hermano debió producirse coincidiendo con el traspaso del negocio de curtidos, que se casó en edad madura y que falleció al poco tiempo. La mujer de Ignacio se llamaba Joaquina Martínez de Pinillos, apellido conocido y prestigiado en la zona de la bahía. Hemos encontrado referencias del que creemos un pariente suyo, desconociendo el grado, llamado Sebastián Martínez de Pinillos, diputado provincial por la ciudad de El Puerto, abogado y fiscal de la Audiencia de Cádiz a fines del s. XIX . Es probable que, como consecuencia de la pérdida de su esposo, Joaquina, sufriera o atravesara una severa crisis nerviosa. Al parecer no superó la depresión que desembocó en demencia, siendo inhabilitada, incluso, para tomar decisiones sobre el patrimonio familiar que estuvo gestionado el poco tiempo que vivió por su cuñado Juan Antonio, nombrado su tutor legal y en su calidad de albacea de su hermano Ignacio.
No tuvo excesiva suerte en sus años finales el progenitor de Críspelo Martínez. Dos años antes de su desaparición sucedió... “en 26 de octubre de 1826, el Alcalde Mayor, en presencia del escribano don José del Rio, se promovieron autos a instancia de doña Eusebia de Segura, solicitando mediante la imposibilidad de su marido, por hallarse paralítico, el que se le habilitase para comparecer en juicio para reclamar sus bienes dotales”.
Concedida la habilitación solicitada realizó los trámites legales en vigor, entre los que figuraba el dar conocimiento del tema al caballero regidor del ayuntamiento que ostentaba el cargo de Padre General de Menores y Defensor del Ausente, don Mariano de la Vega, al que encomendaron la defensa de los derechos e intereses de Juan Antonio Martínez, a la sazón impedido. El texto del Auto emitido dice así: “En la ciudad de Puerto de Santa María a cinco de diciembre de mil ochocientos veinte y seis el Sr. Alcalde Mayor de ella habiendo visto la solicitud que se hace por la señora doña Eusebia Segura y el allanamiento presentado por el defensor de su marido para que sin necesidad de la afección que la misma había pedido y esta ha decretado se hiciesen la adjudicación que solicita, fundándose para ello en los documentos producidos.” Definitivamente, y en forma legal, le fueron traspasadas a la reclamante, su esposa, la propiedad de las fincas en calle Sardinería, 3, Larga, 119 y solares en la Ribera (la antigua fábrica de Pozos Dulces) en pago de sus bienes dotales.
Así, cuando falleció Juan A. Martínez, hecho que ocurrió el 19 de mayo de 1828, acudió al domicilio mortuorio el representante de la autoridad, en este caso el Sr. don Pedro Tagle y Velarde que acumulaba en su persona los cargos y títulos de: Abogado de los Reales Consejos, Alcalde Mayor y Teniente Corregidor por S.M. de la Ciudad, solicitando se le comunicase los bienes del finado. En el inventario de los mismos solamente figuraban los muebles de su despacho y dormitorio, la ropa de cama y prendas de uso personal. Tras esta especie de pantomima legal, podemos decir que nuestro personaje murió “con lo puesto” según reza el dicho popular.
La buena administración de los bienes que poseían bajo la dirección de Manuel Martínez Segura, el hijo mayor y los posibles réditos logrados por los hijos mas pequeños, Críspulo y Rafael que realizaron diversos negocios en la colonia cubana en donde pasaron parte de su juventud, proporcionaron a la familia, en general, y a cada uno de sus miembros, en particular, una solvencia económica media, suficiente para mantener el status alcanzado en las primeras décadas, incrementando la matriarca del clan familiar su patrimonio al adquirir tres nuevos inmuebles para alquileres.
Poco tiempo después el primogénito, que mantenía su soltería, dedicado plenamente a los negocios, se trasladó a vivir a Cádiz con su madre, ciudad en la que tuvo lugar el fallecimiento de doña Eusebia, ocurrido el día 22 de junio de 1842.. El diagnostico del médico que certificó la defunción señaló una fuerte bronquitis como causa de la muerte, celebrándose la partición de sus bienes entre los herederos legítimamente reconocidos siete años después, documento este fechado el 29 de noviembre de 1849, actuando como albacea testamentario y partidor Manuel Martínez Segura, el mayor de los hermanos. En este documento se realizó el reparto legal, aunque realmente el mismo se había producido tras el fallecimiento de doña Eusebia, de mutuo acuerdo al parecer todos los herederos, respetando todos los hermanos las decisiones del mayor. En realidad lo que se hizo fue formalizar el reparto acordado anteriormente elevando a documento público dicho convenio para inscribir los inmuebles a nombre de cada uno de los herederos y poder realizar la venta de los mismos, en su caso, sin trabas legales. De hecho, tanto el mobiliario, que pensamos serían de gran valor, con numerosas pinturas y objetos de plata labrada como los enseres, entre los que debían figurar valiosas joyas, fueron repartidos extrajudicialmente entre los herederos por Manuel Martínez en virtud de la potestad que para hacerlo así le había otorgado la finada.
El valor total de las seis fincas propiedad de doña Eusebia Segura, tres de ellas varias veces citadas anteriormente y las otras tres correspondientes a los números 4 y 17 de calle Cielos y una casa-bodega en calle Cruces número 40 1/2, deducidos los gravámenes que sobre alguna de ellas pesaba, ascendió a 356.214 reales, cantidad que debía repartirse por partes iguales entre sus hijos y herederos: Manuel, Celestina, Juan Manuel y Críspulo, así como los hijos de Miguel y Rafael, que en esa fecha habían fallecido, resultando a cada uno la cantidad de 59.369 reales, repartiéndose las dos terceras partes de la casa familiar, en calle Larga, a Celestina y el tercio restante le fue adjudicado a Juan Manuel que completó su parte con la propiedad de la casa de Cielos, 17. La fábrica correspondió ¾ parte a Manuel y el resto repartido entre los hijos y herederos de Rafael que también se adjudicaron la casa de Cielos, 4.
A Críspulo Martínez le correspondió un tercio de la casa de Sardinería 3, la casa bodega de calle Cruces y pequeñas participaciones en las propiedades de Larga 119 y Pozos Dulces.
Antonio Gutiérrez Ruiz.
Del trabajo inédito: PERSONAJES PORTUENSES DEL SIGLO XIX.